lunes, 14 de abril de 2014

Escocia (Pitlochry)


Si tengo que elegir un lugar en el que mayor calidad de vida haya encontrado en Escocia, estoy seguro que uno de ellos sería Pitlochry. Esta coqueta localidad, tuvo su desarrollo principal gracias a que fué lugar de veraneo de la Reina Victoria, por lo que los habitantes imitaron el estilo "Victoriano" construyendo preciosas casas.
Es imposible aburrirse aquí, podemos empezar caminando por la calle principal desde el reloj tan curioso que hay, donde enfrente tenemos un riachuelo que te hace pensar que estás en las afueras, pero no. Siguiendo hacia el norte, el paseo es tranquilo y maravilloso entre estas casas, a lo que me dí cuenta me salí del pueblo y acabé en la carretera, por lo que tuve que ir volviendo de nuevo.



Opté por coger el desvío que lleva hacia el pantano sobre el río Tummel, tras pasar bajo las vías del tren, me adentro por una especie de bosque durante unos 100 metros, para ya virar a la derecha y ver al fondo la presa.

Una vez en ella, podemos divisar hacia el norte el agua embalsada, la cual da un toque misterioso como en todos los lagos de la zona. Hacia el otro lado en cambio, las vistas son bastante distintas, con el agua saliendo con fuerza para proseguir con su camino, aunque llama la atención una cosa, y es que hay unos escalones para que los salmones puedan sortear el obstáculo sin problemas.


Bajando por el río, vemos que hay algunos hoteles, restaurantes y donde hacen el festival de teatro, y me encontré con un restaurante que era obligado parar, Port-na-Craig, y no por que hubiera ninguna cerveza especial, ni porque fuera a comer ahí, pues pinta de barato no tenía, sino por las vistas, en la terraza junto al río, en un maravilloso día con una refrescante cerveza sin nadie ni nada que me molestara.



Siguiendo la ruta, hay que cruzar el rio por una pasarela peatonal, que se tambalea, eso está bien, más entretenido cruzar asi, para ya llegar de nuevo al casco urbano, el que ahora tomaremos direccion  sur para hacer una visita especial y que tenía ganas, la de una destilería de whisky


Aquí hay más destilerías, pero elegí visitar la destilería Bell's, uno de los whiskies más conocidos por aquí. Tuve la suerte de que no había nadie más conmigo y tuve un guía para mi sólo, al que le entendí todo, aunque bueno tiene ventaja haber estado visitando más de una vez fábricas de cerveza, ya que para el whisky son los mismos ingredientes que para la cerveza, con excepción de que no lleva lúpulo, y la elaboración es algo diferente. Para concluir la visita, hay cata de whisky, tras catar el primero, me doy cuenta de que no hay que probarlo como si estuvieras con los amigos de madrugada, sino que hay que probarlo de diferentes maneras y poco a poco para notar las diferencias, vamos que lo que mejor hay que hacer es beberse el whisky sin hielo y dándole calor con las manos para que salga a la luz su verdadero aroma.

Terminada la visita, callejeando por la zona me encuentro una iglesia con cementerio, y no muy lejos el actual cementerio de la localidad, la verdad que tiene todo su encanto.


Tras lo que decido volver de nuevo al centro del pueblo, para ahora ir a uno de los pubs locales, al menos para mí es el que más me gusta. Se trata del McKays, en pleno centro, fácil de encontrar, tiene un estilo muy de la zona, con chimenea y mucha madera, tiene una mesa de billar también, y lo que más me gusta de aquí es una cerveza que tiene especial, se trata de la Ben Y Vrackie, que es el nombre del monte más emblemático de la localidad, esta cerveza la hacen en una cervecería de Dumbar, especialmente para ser vendida sólo en Pitlochry. Es una cerveza refrescante, con muchos toques afrutados, que se puede con tranquilidad, ya que lleva mucho gas, y no es conveniente beberla rápido, aunque tampoco pasa nada, el postgusto no es largo precisamente pero es muy agradecida esta cerveza, ni deja amargor ni nada, una de las mejores cervezas que he tomado por estos lares.

Como llegar: Tren desde Edimburgo, 2 horas, £23 vuelta incluída
Dónde dormir: Pitlochry Backpackers, £17

miércoles, 9 de abril de 2014

Escocia (Stonehaven - Dunnottar Castle)

Aprovechando un día de abril sin amenaza de lluvia, aunque con viento siempre presente, había que tomar un tren a algún lado, quizá sea buena opción ir a una localidad en Aberdeenshire llamada Stonehaven, que por cierto, fué la ciudad de nacimiento del inventor del neumático.

Llegando a la estación, hay nada más salir un cartel con el plano del pueblo, en el cual se ve que no tiene ninguna pérdida, así que lo ignoro y voy hacia el puerto, vamos que siendo que la estación está en lo alto, no es complicado. Tras un paseo de unos diez minutos por calles con casas unifamiliares bastante bien cuidadas, llegamos al centro, pero no he venido para ver este lugar, sino para ir al pintoresco Dunnottar Castle, el cual está bastante indicado por señales, las que te llevan primero hasta el escondido puerto, bastante recogido y cuidado, y desde ahí callejeando un poco cogemos una senda bien cuidada para ir al Castillo, situado a unos tres kilómetros.

El primer tramo es una dura subida, para empezar bien, si vas a buen ritmo como yo hice, no está de mas calentar antes de comenzar. El alto, te recompensa el esfuerzo con una fantástica panorámica de la localidad, con su playa y puerto en la bahía. Si la rampa te ha dejado exhausto, puedes disfrutar de las vistas en uno de los bancos situados en el mirador.


Continuando el trayecto, dejamos a la derecha un memorial de la guerra, aquí los hay por todos los lados, y lo ignoro, como siempre hago, para seguir por nuestra senda bordeando unos preciosos acantilados con la vista del castillo ya al fondo, al cual llegas sin darte cuenta.



Un vez enfrente de Dunnottar Castle, uno se queda embobado y maravillado mirando semejante espectáculo, ya que las formaciones geológicas han sido muy caprichosas, buen sitio para poner un castillo, al cual para acceder a su interior, tras bajar unas escaleras que llevan a una playa, y posteriormente subir otras, hay que pagar, así que nada, decido bajar para disfrutar del mar y la costa, para al final volver por las escaleras que tomé al principio, la verdad que subirlas casi corriendo igual no fué la idea más brillante que tuve, pero así me ganaba lo que tanto deseaba hacer ahí, que era relajarme.

 
 
Me gané tanto el relajarme ahí, que tras la caminata, me tiré a la hierba, me saqué el bocadillo y una lata de cerveza. Ahí estaba como Dios, me daba igual que viniera algún turista, que se acercaran gaviotas, o que se nublara, no me movería nadie.

Pasado un tiempo, decido pasarme de largo del castillo y bordear más acantilados para ver lo que hay, y la verdad que mereció la pena. Como yo digo siempre, si los turistas se quedan todos en un lugar haciéndose fotos en la atracción principal, tú pásate de largo, seguro que habrá algo que no sea apenas visitado y sea sensacional, así fué, las vistas tanto del castillo, como de los acantilados, fueron maravillosas.


 
 
Ya de vuelta, decido volver por el otro camino, que es bordeando una carretera, por esa carretera apenas había tráfico, así que podéis ir con calma, la verdad que el contraste de los campos recien sembrados con el mar era algo digno de fotografiar.


Al llegar de nuevo a Stonehaven, creo que no es buena idea callejear por los lugares indicados para turistas, y mucho menos entrar a hidratarse o comer en los lugares que hay en las zonas más turísticas, así que en la primera calle que puedo me meto por ahí para ver calles y lugares nuevos de la localidad, tras ser saludado por diversos ciudadanos locales y devolviendoles el saludo, encuentro una iglesia no muy grande, la verdad, pero que era preciosa, y al final tras meterme por unas calles más, acabo de nuevo en el centro de la localidad. 

Antes de continuar descubriendo más rincones, decido entrar a avituallarme por primera vez, entrando así al Hook & Eye, pub con algún parroquiano habitual, y con una sala dentro con mesa de billar, y la verdad que las camareras bastante majas. Ya hidratado, me voy al otro extremo del pueblo, para acabar en un barrio llamado Cowie, acabándose ahí la calle para llegar a unos acantilados, así que di marcha atrás, pasando por la piscina municipal al aire libre, algo muy raro en esta tierra. Había muchos críos jugando por el entorno ya que estabán de vacaciones de Pascua. Pasé también por un Fish and Chips en el que había una cola enorme para entrar, y eran las cuatro de la tarde. Ya caminando hacia el centro de nuevo, una anciana bien simpática me pregunta que si sabía de donde salía ese humo, ese humo salía de entre unas casas, así que le dije que ni idea, la mujer se fué con las ganas de saberlo y riéndose.



 
Al lado de la plaza central, hay unos baños, decido entrar, y veo que hay que pagar con una moneda de 20 peniques para entrar, el sistema era meter la moneda en una ranura que activaba el picaporte, yo llevaba dos monedas de 10, así que mal asunto, menos mal que un chaval entró también y me dejó pasar con él, vamos que al final me salió gratis, pero desde ahora voy a llevar siempre una moneda de cada tipo por si acaso.

Había que hacer tiempo antes de coger el tren de vuelta, asi que entro al Market Bar, desde fuera se veía que iba a ser la típica taberna de abuelos del pueblo, y no me equivoqué, había parroquianos habituales y bastante peculiares que al entrar, se te quedan mirando esperando que saludes, cosa que hice y ellos me devolvieron sonriendo. Unos cuantos estaban animando a un concursante de un programa de televisión como si fuera la final del mundial.

Ya se acercaba la hora de irme, así que camino a la estación, justo enfrente de ella, hay un pub con terraza, y sinceramente con el día tan bueno que hacía, tocaba refrescarse en el sol un rato, así que fué la manera perfecta de esperar al tren, ya que me la gané con creces y volver a casa.

Cómo llegar: En tren desde Edimburgo, dos horas, £32 con la vuelta incluída.

domingo, 6 de abril de 2014

Escocia (Rosslyn Chapel)

Probablemente bastante gente hayáis leido el libro "Da Vinci Code", libro bastante entretenido, aunque la película basada en la historia no fué muy afortunada. algunos igual os quedaríais con esa tal Rosslyn Chapel en la que buscan el Santo Grial, pues bien, cogiendo el bus 15 desde el centro de Edimburgo, podremos llegar hasta el tranquilo y recogido pueblo de Rosslyn, a unos cuarenta minutos, lugar en cual se encuentra esta capilla gótica.

No tenemos que bajarnos en la última parada, así que la mejor opción es cuando ves que ya sales de la ciudad y pasa un rato, preguntar al conductor, que por lo general suelen ayudar bastante y avisar cuando se llega a la parada deseada. Al bajar, justo en la puerta tenemos un bar restaurante, pero hemos venido a ver la capilla, así que iremos a por el Santo Grial antes de poder bebérnoslo.

Se divisa con facilidad un camino asfaltado que permite salir del pueblo, y tras unas vistas de la zona ya ruralizada del Midlothian, nos hacemos con la Rosslyn Chapel. Yo pensaba que iba a ser más grande, y también sabía ya que había que pagar, pero bueno por una vez no pasaba nada. La entrada cuesta unos £9, y la verdad, yo creo que ni de lejos los vale, hasta la mitad hubiera sido aceptable, aunque luego te cuente el guía que gracias a los turistas pagan el mantenimiento y obras de la capilla, para eso prefiero pagarlos para el mantenimiento de las de mi pueblo, pero bueno ese no es el tema.



Ya dentro del recinto, llegamos al jardín que rodea al templo, de estilo gótico, precioso. Tras rodearlo y fijarnos en todos los detalles posibles, y haciendo las fotos de rigor, aunque es complicado fotografiar este estilo que tanto me gusta, optamos por entrar al interior a ver si era acorde con el exterior.






Lo primero que te avisa es que no se pueden tomar fotos en el interior, vamos, que además de pagar un buen dinero por entrar, no puedes fotografiarte en el interior, con la iglesia hemos topado. Las paredes están llenas de todo tipo de detalles, ventanales de vidrio de colores tan característicos en el arte gótico, la diferencia entre la parte más antigua y nueva de la capilla era evidente. Por dentro parecía más grande que por fuera, hasta que el guía nos interrumpe para darnos una charla sobre la capilla, la verdad que mi interés era bastante escaso, empecé un poco por hacer "listening" y acabé mirando todos los rincones por mi propia cuenta. Sinceramente, yo que no soy un entendido de arte, tengo muy complicado poder describir este lugar, sobretodo porque seguro que sería una falta de respeto a la gente que entiende sobre ello.

Saliendo de la capilla, tenemos que pasar por una sala con cafetería, y lo que me pareció vergonzoso, toda una tienda con souvenires de todo tipo sobre la Rosslyn Chapel, vamos que aunque el lugar sea precioso, se ha convertido en un lugar para sangrar al turista.

De vuelta a por el bus, recuerdo que no habíamos encontrado el Santo Grial, así que con un par de pintas de Tennent's se resolvería el misterio, así fué. La vuelta a Edimburgo fué entretenida mirando los paisajes del "countryside" escocés.