lunes, 19 de octubre de 2015

Islandia (Día 1) - Golden Circle

Tenía una cuenta pendiente con esta isla del Atlántico Norte, que logré saldar con creces en mi regreso, como era recorrer la Ring Road, bañarme en un glaciar y, sobretodo, disfrutar de las mágicas y majestuosas Auroras Boreales, o Northern Lights como son más conocidas.

Tras llegar muy de madrugada a Keflavik, esperar una hora hasta que abriera la compañía de alquiler de coches, y trasladarnos a Reykjavik, dormimos sólo unas horas, pero no nos dio ninguna pereza el descansar poco, y tras un pequeño paseo por la capital más nórdica del mundo, comenzamos nuestra aventura.

Durante este día, hicimos la ruta más turística, el "Golden Circle", ya con ver el nombre nos hace indicar que está completamente preparada para el turismo, de hecho lo confirmamos en las zonas de parada a la hora de por ejemplo, tomar un café, el más caro que tomamos en todo el viaje, pero eso es un tema aparte, ahí fuimos a disfrutar de la naturaleza salvaje, y sobretodo huyendo lo más posible de las aglomeraciones de los tours, especialmente de asiáticos, los cuales ni hacen, ni dejan hacer, aunque no siempre es fácil evitarlos, en ocasiones era imposible pues siempre había gente en los monumentos naturales más importantes, aunque no siempre más bonitos ni espectaculares.

Salimos con la calma de la "Bahía Humeante", o como dicen en islandés: Reykjavik, dirección Este, donde ya podemos comprobar a los pocos kilómetros que las explotaciones geotérmicas están más que presentes en toda la isla, junto con su olor a Azufre (Brenninstein) tan notorio. 

Llegamos a la localidad de Hveragerdi, popular por sus invernaderos, donde cultivan cosas tan típicas de latitudes semi Árticas como son los tomates o los plátanos. Quizás no sea tan descabellado, pues la energía geotermal, junto con las tierras volcánicas, ayudado todo esto de un recinto de plástico con la misma temperatura todo el año... sea capaz de semejante milagro. Las vistas de la localidad son absolutamente espectaculares desde el alto por el que transcurre la carretera.

Continuamos hasta Selfoss, una importante localidad del sur la cual ha crecido de manera importante gracias al turismo, pues es un punto de parada para hacer el Golden Circle, ahí tomamos el desvío hacía Thingvellir y Geysir. Es una ruta circular, pero la alargamos un poco más para comenzar el espectáculo en Gullfoss, una espectacular catarata, que en cualquier lugar sería una bestialidad, pero en esta isla prácticamente es una parte del paisaje más, eso sí, sigue siendo impresionante. 



De continuar hacia el norte, cruzaríamos el pais por el interior hacia el norte, es una pista permitida sólo para todoterrenos, y no durante todo el año, y más vale tener el depósito lleno si deseas aventurarte y sobretodo, si es posible, ir más de un todoterreno en la travesía por si hay problemas. Así que volvemos para parar en Geysir, o como es más conocido, Geiser. No es ninguna localidad, simplemente es una gasolinera, con un restaurante caro, un hotel que no creo que sea barato y con una tienda anexa más cara todavía, pero a los baños se puede entrar sin pagar. La razón de que este complejo esté ahí son sus geiseres, con el más famoso a nivel mundial, llegando a soltar un chorro de agua hirviendo a más de diez metros de altura y que da nombre a este fenómeno natural sea cual sea su ubicación mundial. Es muy importante tener en cuenta la dirección del viento para que el chorrazo hirviendo no caiga sobre tí, no debe ser muy agradable esa sensación, aunque haga frío.


Seguimos la ruta mientras comienza a anochecer, viendo granjas solitarias a ambos lados de la carretera, de colores llamativos, quizás por paliar los efectos de la soledad y contrastar con el paisaje, para llegar a  Þingvellir, lugar donde se separan las placas tectónicas americana de la europea a razón de 1 cm. al año. En este lugar tuvo lugar el Alþingi, parlamento islandés, el cual fue el primero de la historia, en el año 930, también en este histórico lugar de esta isla, tuvo lugar el acto de independencia de Islandia en 1944. Ahora el parlamento se encuentra en la capital. Este lugar es parte del Parque Nacional de Thingvellir y es un enclave mágico, ya no sólo por la historia, sino por el espectacular notar de la fuerza de las placas tectónicas, cataratas, lagos, e incluso el toque místico que da una iglesia con su pequeño cementerio.







Tras esta visita, volvemos tranquilamente hacia Reykjavik entre bolisas de nieve, era sábado, con que era necesaria una vuelta nocturna por la ciudad para ver como es la vida fiestera, muy tranquila, pero los jóvenes y no tan jóvenes de la localidad no se lo toman con tanta tranquilidad, tampoco parecían enterarse de que hacía más frío del que sentían, o mejor dicho, no sentían