martes, 13 de mayo de 2014

Escocia (Islas Orcadas)

Tras un largo viaje, el ferry me dejaba en tierras que parecen ancladas siglos atrás, se respiraba como en otro mundo, sin polución, sin demasiadas muestras del desmedido desarrollo actual, y con la humildad y sencillez que junto con su dureza, hacen de los habitantes de islas gente muy auténtica, y parece que estés en otro país, mucho más lejano de Europa.
Tras llegar a Stromness y ver que tenía todo el albergue sólo para mí, era ya casi la hora de cenar, pero primero había que ver el partido de Champions en un bar local con los típicos parroquianos, y la verdad que tras un primer contacto con los isleños, el cual no fué el deseado ya que todos ellos iban en contra del equipo al que yo animaba, tuvieron un buen perder y tocó despedirse tras unas pintas con ellos. Tocaba ir a dormir, el dia siguiente prometía un paseo en bicicleta por la isla.

Ya amanecido, el día era ventoso y lluvioso a ratos, así que el plan de la bicicleta fracasó, toco cambiar de plan, y decidí dar un paseo por el pueblo, bastante agradable y acogedor, para después de comer ir a visitar la capital de las islas, Kirkwall. 



Tras cuarenta minutos en bus, llegamos a esta localidad, no muy grande precisamente, tras un paseo por la catedral, puerto, paseo marítimo, un parque y las calles centrales, ya habías visto todo, pero era todo bien bonito, y sobretodo destacaba como en el resto de la zona, la limpieza de las calles. Probé un bar de ahí una cerveza local, llamada Scapa Special, tipo Pale Ale, servida a temperatura ambiente, ligero tostado y sin gas. Se hace empalagosa al paladar, y con un fuerte postgusto amargo, muy recomendable. 





De vuelta a Stromness, me encuentro en el albergue a una mujer austriaca mayor que había venido a visitar la exposición de un amigo suyo con otra mujer que tenían un piso aparte alquilado en el pueblo. Cual fué mi sorpresa cuando el hombre me preguntó si era alemán por mi acento, tras decirle que era de Zaragoza, me dijo que Goya le apasionaba, así que enseguida salió la conversación adelante, me invitó a la exposición para la tarde del día después pero no podría asistir al tener que abandonar la isla, así que me invito a su piso para un picoteo entre todos y ahí tras hablar de todo un poco, me invitó a vino, queso y sobretodo a olivas, no sabía cómo agradecerlo, lo que se echa de menos esas cosas en el extranjero. Muy buena gente a la vez de interesante, ya que la gente del mundo artístico es peculiar en el buen sentido. Asi que entre unas cosas y otras tocaba volver al albergue.

El nuevo día no había amanecido mucho mejor, pero finalmente se paró el viento y salió el sol, así que aproveché para hacer una ruta por Skara Brae, que son los restos de un poblado de hace 5000 años, muy bien conservado dentro de lo que cabe. La playa sobre la que estaba ubicado no era menos espectacular.





La siguiente parada fueron las piedras del Ring of Brodgar, en un espectacular emplazamiento entre dos lagos, la mayoría de ellas seguían todavía en pie, la verdad que se lo tenía que pasar de maravilla poniendo las piedras ahí, normal, ni tenían televisión, ni internet, así que algo tenían que hacer, ir poniendo piedras por todos lados como si Obelix estuviera por ahí.





De nuevo en mi campo base, ya sólo quedaba comer, y coger el ferry de vuelta a la isla de Gran Bretaña, o como digo yo, a la isla escocesa, ya que estamos... mi sensación fue buenísima, un lugar totalmente recomendable para pasar si puede ser una semana, especialmente por las condiciones climáticas, pues nadie se espere más de dos dias seguidos de sol.

Dónde dormir: Hamnavoe Hostel, £20
Cómo llegar (Desde Edimburgo): Bus hasta Inverness (£29), Bus desde Inverness a Scrabster (£7) y ferry hasta Stromness (£17,75)

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