miércoles, 18 de junio de 2014

Escocia (Isla de Berneray)

Bajé del ferry como un soldado en una tierra casi desierta por explorar, dos mochilas y dos bolsas llenas de comida y bebida ya que en esta isla no hay nada de nada, ni tienda, ni bar, ni nada. Tenía el presentimiento de que el barco me dejaba en la otra punta de la isla, lo que querría decir que me tocaría andar unos tres o cuatro kilómetros bien cargado.

Tras sufrir durante una hora la caminata con todos mis bártulos y un calor nada propio para esta zona y, sobre todo a principio de mayo, llego mi alojamiento, que se trata de dos edificios pequeños, de una sola altura, con paredes de piedra cubiertas de cal y tejado de paja, muy característico y típico de esta zona, una auténtica maravilla.



En la isla, probablemente no vivan más de ciento cincuenta personas, así que me espera la calma absoluta, además compruebo que en mi alojamiento hay poca más gente pasando la noche, totalmente incomunicado, sin televisión ni internet, lo cual permitía tener conversaciones con el resto de la gente, o leer.

Una vez instalado, decido explorar parte de la isla, ya que no me iba a dar tiempo de verla toda, en bici habría sido posible, y también la mejor manera, empiezo bordeando la costa por la carretera hasta que encuentro una pista para ascender el monte más alto de la isla, lo de pista era por llamarlo de alguna manera, pues aunque estando señalizada con estacas, consiste en andar campo a través saltando cercas, entre ovejas y suelos inundados. Finalmente llego a lo más alto con una maravillosa vista de la isla y de la vecina Isla de Harris, un auténtico regalo a mis cinco sentidos.




Regresando por el mismo lugar, vuelvo a la carretera pero ahora bajo un pequeño desnivel para volver por la playa, una hermosa playa de arena clara y agua cristalina, no pude hacer otra cosa mas que abrirme una lata de cerveza y tumbarme un buen rato sin nada ni nadie que me molestara, aunque pude probar el agua, eso sí, hasta los tobillos sólo, no la fuéramos a liar.




Ya de regreso al albergue, el cual no tenia recepcionistas, sino una hucha en la que depositabas el dinero por noche que ibas a pasar en una caja poniendo tu nombre en una lista, decido sentarme en una piedra apoyado en una pared, y estar simplemente una hora sin pensar en nada.

Tras cenar y hablar un poco con la gente que ahí había, leí un rato y a dormir pronto, había que coger fuerzas para más aventuras, ya que tocaba coger un autobús que conecta mediante un puente con la vecina North Uist, pues están unidas por puente las islas de Berneray, North Uist, Benbecula, South Uist y Eriskay, toda una maravilla.

Probablemente esta isla haya sido lo más parecido a vivir en un paraíso virgen.

Dónde dormir: Berneray Youth Hostel, £12

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