viernes, 21 de octubre de 2016

Pirineo Aragonés (II)

La primera experiencia de acampar en octubre y en solitario, no pudo ser mejor, prácticamente todo el camping para mi sólo, y unas temperaturas tampoco muy bajas, no necesité la manta, con el saco y la braga al cuello bastó por esa noche. Simplemente despertar con estas vistas es algo que es impagable.

Tras tomar un cortado, y dejar la tienda a la espera de que le diera el sol y se secara, marché hacía el fondo del Valle de Pineta, para aparcar el coche justo en el parking del antiguo camping libre, que ya cerró hace unos años, no sin polémica. La zona ahora está llena de vacas pastando a su libre albedrío. La sequía en esta época que registraba el Pirineo es preocupante, el río Cinca totalmente seco, bien es cierto que tiene tramos en los que las aguas transcurren subterraneamente, pero en este estado nunca lo había visto.



Al final, desde la Ermita de Pineta, inicio el ascenso hacia los Llanos de La Larri, por lo visto lo hice por el sendero más complicado, pues había tramos en los que tenías que intuir la pista o trepar por rocas, pero así es más entretenida la ascensión todavía, ya que la ascensión entre hayedos ya la hacía más que recomendable. 


Tras un rato ascendiendo sin ver el final, llego a la pista que lleva a nuestro destino, por la cual circulan vehículos forestales o los encargados de las vacas que pastan ahí. Coincidiendo con una pareja de senderistas, ya sólo queda llegar al final del trayecto y disfrutar de maravillosas vistas. Me debe el Pirineo una ruta por estos lares sin sequía, pudiendo disfrutar de las cascadas con más caudal.






Tras disfrutar de un momento de relajación, decido volver a bajar pero por otro lugar, siguiendo la pista por la que he terminado subiendo, hasta que tras cruzar la cascada de La Larri desciende hasta las praderas de Pineta. La verdad que esta vereda es impresionante, bajando casi verticalmente junto a la cascada ya mencionada.


Ya en la pradera, salimos del Parque Nacional de Ordesa y Monteperdido, y volvemos entre cauces secos y vacas despreocupadas al parking, para volver al camping a recoger el tenderete.


No podía abandonar este impresionante valle de origen glaciar, sin disfrutar de las vistas desde el Embalse de Pineta, nada que envidiar a los paisajes de Canadá o Noruega, una auténtica joya que tenemos en nuestra tierra.


El día no terminó aquí, aún quedaba mucho, carretera y rumbo a añiclo... para la semana que viene, más.










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