miércoles, 9 de abril de 2014

Escocia (Stonehaven - Dunnottar Castle)

Aprovechando un día de abril sin amenaza de lluvia, aunque con viento siempre presente, había que tomar un tren a algún lado, quizá sea buena opción ir a una localidad en Aberdeenshire llamada Stonehaven, que por cierto, fué la ciudad de nacimiento del inventor del neumático.

Llegando a la estación, hay nada más salir un cartel con el plano del pueblo, en el cual se ve que no tiene ninguna pérdida, así que lo ignoro y voy hacia el puerto, vamos que siendo que la estación está en lo alto, no es complicado. Tras un paseo de unos diez minutos por calles con casas unifamiliares bastante bien cuidadas, llegamos al centro, pero no he venido para ver este lugar, sino para ir al pintoresco Dunnottar Castle, el cual está bastante indicado por señales, las que te llevan primero hasta el escondido puerto, bastante recogido y cuidado, y desde ahí callejeando un poco cogemos una senda bien cuidada para ir al Castillo, situado a unos tres kilómetros.

El primer tramo es una dura subida, para empezar bien, si vas a buen ritmo como yo hice, no está de mas calentar antes de comenzar. El alto, te recompensa el esfuerzo con una fantástica panorámica de la localidad, con su playa y puerto en la bahía. Si la rampa te ha dejado exhausto, puedes disfrutar de las vistas en uno de los bancos situados en el mirador.


Continuando el trayecto, dejamos a la derecha un memorial de la guerra, aquí los hay por todos los lados, y lo ignoro, como siempre hago, para seguir por nuestra senda bordeando unos preciosos acantilados con la vista del castillo ya al fondo, al cual llegas sin darte cuenta.



Un vez enfrente de Dunnottar Castle, uno se queda embobado y maravillado mirando semejante espectáculo, ya que las formaciones geológicas han sido muy caprichosas, buen sitio para poner un castillo, al cual para acceder a su interior, tras bajar unas escaleras que llevan a una playa, y posteriormente subir otras, hay que pagar, así que nada, decido bajar para disfrutar del mar y la costa, para al final volver por las escaleras que tomé al principio, la verdad que subirlas casi corriendo igual no fué la idea más brillante que tuve, pero así me ganaba lo que tanto deseaba hacer ahí, que era relajarme.

 
 
Me gané tanto el relajarme ahí, que tras la caminata, me tiré a la hierba, me saqué el bocadillo y una lata de cerveza. Ahí estaba como Dios, me daba igual que viniera algún turista, que se acercaran gaviotas, o que se nublara, no me movería nadie.

Pasado un tiempo, decido pasarme de largo del castillo y bordear más acantilados para ver lo que hay, y la verdad que mereció la pena. Como yo digo siempre, si los turistas se quedan todos en un lugar haciéndose fotos en la atracción principal, tú pásate de largo, seguro que habrá algo que no sea apenas visitado y sea sensacional, así fué, las vistas tanto del castillo, como de los acantilados, fueron maravillosas.


 
 
Ya de vuelta, decido volver por el otro camino, que es bordeando una carretera, por esa carretera apenas había tráfico, así que podéis ir con calma, la verdad que el contraste de los campos recien sembrados con el mar era algo digno de fotografiar.


Al llegar de nuevo a Stonehaven, creo que no es buena idea callejear por los lugares indicados para turistas, y mucho menos entrar a hidratarse o comer en los lugares que hay en las zonas más turísticas, así que en la primera calle que puedo me meto por ahí para ver calles y lugares nuevos de la localidad, tras ser saludado por diversos ciudadanos locales y devolviendoles el saludo, encuentro una iglesia no muy grande, la verdad, pero que era preciosa, y al final tras meterme por unas calles más, acabo de nuevo en el centro de la localidad. 

Antes de continuar descubriendo más rincones, decido entrar a avituallarme por primera vez, entrando así al Hook & Eye, pub con algún parroquiano habitual, y con una sala dentro con mesa de billar, y la verdad que las camareras bastante majas. Ya hidratado, me voy al otro extremo del pueblo, para acabar en un barrio llamado Cowie, acabándose ahí la calle para llegar a unos acantilados, así que di marcha atrás, pasando por la piscina municipal al aire libre, algo muy raro en esta tierra. Había muchos críos jugando por el entorno ya que estabán de vacaciones de Pascua. Pasé también por un Fish and Chips en el que había una cola enorme para entrar, y eran las cuatro de la tarde. Ya caminando hacia el centro de nuevo, una anciana bien simpática me pregunta que si sabía de donde salía ese humo, ese humo salía de entre unas casas, así que le dije que ni idea, la mujer se fué con las ganas de saberlo y riéndose.



 
Al lado de la plaza central, hay unos baños, decido entrar, y veo que hay que pagar con una moneda de 20 peniques para entrar, el sistema era meter la moneda en una ranura que activaba el picaporte, yo llevaba dos monedas de 10, así que mal asunto, menos mal que un chaval entró también y me dejó pasar con él, vamos que al final me salió gratis, pero desde ahora voy a llevar siempre una moneda de cada tipo por si acaso.

Había que hacer tiempo antes de coger el tren de vuelta, asi que entro al Market Bar, desde fuera se veía que iba a ser la típica taberna de abuelos del pueblo, y no me equivoqué, había parroquianos habituales y bastante peculiares que al entrar, se te quedan mirando esperando que saludes, cosa que hice y ellos me devolvieron sonriendo. Unos cuantos estaban animando a un concursante de un programa de televisión como si fuera la final del mundial.

Ya se acercaba la hora de irme, así que camino a la estación, justo enfrente de ella, hay un pub con terraza, y sinceramente con el día tan bueno que hacía, tocaba refrescarse en el sol un rato, así que fué la manera perfecta de esperar al tren, ya que me la gané con creces y volver a casa.

Cómo llegar: En tren desde Edimburgo, dos horas, £32 con la vuelta incluída.

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